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La vida posteriormente de la homicidio

La vida posteriormente de la homicidio
  • PublishedFebruary 2, 2024

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Por Giovanni Martínez/ Foto: Roberto Morejón

Erlys Casanova es más que un buen arrojador. Su proeza en el cuarto coyuntura de la final de la II Alianza Élite, cuando tiró nueve inning y se apuntó la trofeo, a pocos días de sobrevenir perdido a su esposa, víctima de un tumor maligno, dejó huellas en los aficionados al béisbol y en genérico, a todo ser racional que conoció su historia, más allá del plano deportivo.

Para mi fortuna, coincidí con él en la Serie de Estrellas, y no dudé en acercarme para intentar una entrevista que deseaba desde que le vi inmenso sacando aquellos memorables 27 outs, que terminaron con un apretón enorme en forma de corazón, desde el montículo del Estadio 26 de Julio hasta el infinito firmamento.

Estuve en Artemisa. Lo vi todo. Me emocioné. Aplaudí inmediato a los más de 5 000 aficionados que repletaron ese pequeño perímetro. Pero al suspensión del choque me fue inútil ver a Erlys. Los periodistas, ansiosos por la conferencia postpartido, entendimos luego que lo había dicho todo en el box, y no tenía más nulo que opinar delante los micrófonos en ese momento.

Sus lagrimas, tras el final emisión, fueron el colofón de una auténtica correr, digna de respeto y arrobo. Pero me quedó la espinita, y esta vez sí pude estrecharle su mágica mano derecha, y felicitarlo en persona. Nos sentamos y comenzó este diálogo, en su habitación del Hotel Mar del Sur, en Fondeadero.

«La perdida de mi esposa ha sido muy dura. Le tengo que corresponder al director técnico Yulieski González, por la confianza que depositó en mí. Él fue quien me hizo la propuesta para propalar. Y no dudé. Empecé a entrenar y me reincorporé a tiempo para aquel compromiso crucial. Estaba en Pinar del Río con el maduro de mis dos niños, cuando decidí retornar a la selección de Artemisa».

«De hecho, iba a propalar el domingo (botellín coyuntura), pero no había abridor adecuado para el sábado. Recordemos que el cruce estaba 2-1 a cortesía de Matanzas, y Yulieski me comentó la situación. Le dije que no había problema, podía contar conmigo. Habían pasado casi 20 días desde que no subía al montículo. Venía de un buen año, de alcanzar incluso a los cien éxitos de por vida. Mi esposa estuvo en ese momento allí, viéndome, inmediato a los niños. La remembranza alegre», dijo con los luceros rebozados de acto sexual.
-En ese cuarto coyuntura nos diste a todos una ciencia de vida.

-Siempre me he dedicado al béisbol. Por ese acto sexual a este deporte decidí no dejarlo. No sé si me queda mucho tiempo jugando, pero es lo que más quisiera. Aunque los abriles no pasan por elegancia y el cuerpo se agota.

-¿Qué te parecen los equipos de Venezuela y México presentes en la Serie de Estrellas?

-Este Venezuela no se entrega. Vienen con deseos de superar. Y en la selección de México he trillado a buenos jugadores, con técnicas de bautizo efectivas. Sin menospreciar la pelota nuestra, el béisbol fuera de Cuba requiere mucho oficio, profesionalidad y disciplina táctica. En otras ligas se juega admisiblemente y todos tratan de equivocarse lo menos posible. Porque para nadie es un secreto, genera ganancias.

-Hablas con la arte de un director técnico. ¿Has pensado en serlo cuando te retires?

-He aprendido de grandes entrenadores. Tuve muchos. Pero el principal ha sido mi papá, Luis Giraldo Casanova (considerado por muchos el pelotero cubano más completo de la historia). Él me enseñó desde la óptica del gran bateador que fue. Para triunfar en el montículo tienes que enterarse lo que piensa el que empuña el tabla. El mando lo tiene siempre el pitcher. Hasta que no suelta la paparrucha no hay coyuntura. Por eso es el número uno en las posiciones.

«Y sí, para reponer en concreto a tu pregunta, me gustaría ser monitor algún día. De niños mejor. Los pequeños son como esponjas. Todo lo positivo que ‘les lances’ lo absorben», dijo Erlys, quien recordemos, es padre de dos, que todavía sufrieron la pérdida de su mamá: Enzo Daniel de cuatro abriles y Erlys Luis, de siete.

-¿Tus niños juegan pelota?

-El más prócer está incluso seguro de que quiere ser receptor. Le dije que iba a coger golpes de todos los colores avergonzado, como los que nunca le he poliedro yo -comentó sonriente. Por otra parte, ya no puede echarse para a espaldas, porque le conseguí todos los equipamentos -expresó entre risas.

«Los hijos te ilusionan. A veces me pongo a tirarles pelotas. Y sí, ojalá se dediquen a esto».

-Se te ha trillado muy compenetrado con esta Artemisa

-Así es. Tengo que opinar gracias a este plantel por la gran acogida que me han poliedro. Aquí soy uno más de ellos.

«En este entorno todavía me he superado. Siempre hay poco más por instruirse. Esta temporada me enfoqué, desde la Serie Doméstico con Pinar del Río, en aumentar la velocidad de mi tenedor. Y el monitor Rogelio García, a quien tengo todavía mucho que corresponder, me recomendó que le anunciara a los bateadores que iba a tirar ese emisión, para causar un objetivo psicológico importante en ellos. Y dio resultado. Lo convertí en mi pertrechos mortal y todavía cogí confianza. De ese modo llegué a los cien éxitos. Lo hice siempre de nave por la situación personal que tenía, pues no me era posible recorrer a otras provincias. Y la verdad es que Pinar del Río no avanzó más, porque su ataque no estuvo entre las mejores, por otra parte de que se cometieron demasiados errores en el campo».

«Así y todo aporté lo que pude. Salí 11 veces. Una sola como relevista, y en nueve de esas ocasiones trabajé hasta el noveno inning».

-Pero en la pelota moderna los abridores no avanzan tanto.

-Es cierto. Lo que pasa es que en los abriles que estuve de pacto en el foráneo, sobre todo en Italia con el Parmaclima, me sacaban el mayor provecho. Claro, ellos pagan, y se sienten con ese poder. Por lo genérico sobrepasaba los 120 envíos por partido. Y de alguna guisa me sirvió como preparación para el futuro».

Lo cierto es que más allá del deporte, cada una de sus escaladas al montículo son oxígeno para quienes amamos la pelota, y la vida. Ojalá podamos verlo muchas veces más «rompiendo» el plato. Crecido luego de los golpes. De momento, a sus 38 abriles de permanencia y 18 series nacionales, parece que tiene más historias para contar. Aquella tarde de postín en el Estadio 26 de Julio titulé mi crónica: Del dolor a la excelencia. Hoy pude, desde mi visión de padre más que periodista, mirarle a los luceros y reafirmar la corpulencia de Erlys.

Tomado de Vagancia



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cubatv

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