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AREQUIPA, Perú. – La comienzo del inodoro en Cuba presenta diferentes versiones entre los especialistas. Algunos afirman que los primeros, de fabricación inglesa y de hierro fundido, se instalaron en 1887 en el edificio del Centro Asturiano de La Habana.

Estos inodoros tenían forma de embudo, con una caja de madera forrada de zinc en la parte superior que se conectaba a la taza a través de un tubo. La descarga se realizaba mediante una cadenilla.

Cuando la directiva del Centro Asturiano invitó al capitán caudillo a conocer este novedoso invento, su reacción fue de sorpresa, comentando que era magnífico pero se extrañaba el olor.

Otros expertos sostienen que en 1884, tres primaveras antiguamente de la instalación en el Centro Asturiano, ya se anunciaban en la Breviario de La Habana la traspaso de inodoros en dos establecimientos. Eran de cerámica, última tecnología de la época, y conocidos como inodoros de tiro.

La comienzo de estos artefactos en Cuba se considera un avance significativo. Se proxenetismo de innovaciones que revolucionaron el mercado incluso en países como Inglaterra.

En esa época, aproximadamente, se empezaron incluso a azulejar las cocinas y cuartos de baño en Cuba, coincidiendo incluso con la comienzo de ascensores.

En ese sentido, fue el Hotel Pasaje el primer establecimiento de ese tipo en la Isla que contó con un elevador hidráulico. Construido cerca de de 1876 por la grupo Zequeira y Zequeira, el inmueble, que originalmente tenía dos plantas, se derrumbó en los primeros primaveras de la decenio de 1980.

Inicialmente un hotel, con el tiempo se transformó en una cuartería al igual que otros de la zona. En el espacio donde se encontraba fue construida la Sala Polifacético “Kid Chocolate”.

En sus tiempos de celebridad, la exterior del hotel daba al Paseo del Prado, mientras que la parte trasera se extendía hasta la calle Zulueta. Entre estas dos calles, se encontraba una local o pasaje cubierto con una estructura de hierro y vidrio que albergaba varios establecimientos comerciales y de servicios, incluida la editorial Flérida Galante, especializada en libros pornográficos.

Esta local tenía arcadas monumentales en uno y otro extremos, conocidas como los arcos del Hotel Pasaje. El sitio se convirtió en uno de los más representativos de la ciudad, distinguido por ubicarse a pocos metros del Parque Central y próximo al teatro Payret.

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