x
Cultura

El cólera de 1833, una mortal avenida habanera

El cólera de 1833, una mortal avenida habanera
  • PublishedDecember 10, 2023

[ad_1]

AREQUIPA, Perú. – En el convulsionado tablado de La Habana del siglo XIX, las epidemias eran una sombra constante que amenazaba la vida de sus habitantes. La aparición del cólera en 1833 marcó un hito, desencadenando caos y miedo entre la población.

El primer caso de la enfermedad, identificado en José Soler, un catalán recién llegado, llevó al médico Manuel J. de Piedra a diagnosticar el cólera. Los síntomas, desde diarrea aguda hasta pulso imperceptible y deshidratación, confirmaron la solemnidad de la situación.

Sin bloqueo, la incertidumbre original llevó a la población a cuestionar el diagnosis de Piedra, desatando una ola de odio con destino a él. Incluso, fue apedreado en las calles y estuvo al borde de expirar linchado.

Mariano de Ricafort, el capitán caudillo, respaldó la validez del diagnosis delante el Protomedicato de La Habana, pero las tribulaciones del doctor no terminaron.

Sus vecinos le reprocharon la desidia de éxito en la cura de los pacientes, y para su protección, tuvo que contar con escolta policial. A pesar de que otros médicos siquiera lograban vencer el cólera, la población estaba aterrada. Mientras unos morían por la enfermedad, otros lo hacían de miedo.

La avenida de cólera desafió toda anticipación y desconcertó a la población. La enfermedad parecía seguir curvas impredecibles, burlándose de los intentos de contenerla.

La indiferencia delante jerarquías sociales quedó evidente: afectó a personas negras y pobres, pero todavía a blancas y ricas. Entre las víctimas se encontraban monseñor Valera Jiménez, el pintor francés Vermay, y figuras destacadas como el presidente de la Juntura de Auxilios y el corregidor Carlos Pedroso y Pedroso.

El médico Manuel J. de Piedra, inicialmente repudiado, recibió un homenaje de desagravio por parte de la población. Su incansable quehacer continuó, enfrentando la enfermedad en el frente. Cuando la avenida lo amenazó, fue atendido por su sabio colega el doctor Tomás Romay, logrando recuperarse y regresar a su praxis médica.

La desidia de medicamentos específicos complicaba el tablado, pero se destacaba que el cólera no era necesariamente desagradable en todos los casos. Se llegó a sugerir que algunos pacientes padecían formas menos agresivas de la enfermedad.

En medio de la desesperación, las autoridades implementaron medidas sanitarias que hoy parecen risibles. La prohibición de regar las calles y la exigencia de pintar las fachadas con una mezcla de cal, masilla y cloruro reflejaban la desidia de comprensión sobre la naturaleza de la enfermedad.

Colocar vasijas con cloruro todavía en las puertas y utilizar pañuelos empapados en vinagre o alcanfor eran prácticas populares para intentar evitar la infección.

La paranoia llevó a medidas drásticas, como los disparos de cañones desde las fortalezas para “sacar la enfermedad de la ámbito” mientras grandes hogueras en las plazas todavía se creían capaces de rechazar el cólera.

Simultáneamente, proliferaron especuladores y farsantes vendiendo parches y papelillos a precios exorbitantes, supuestamente infalibles contra la enfermedad.

La ciudad se sumió en la tristeza y la parálisis. Los establecimientos cerraron, los vendedores ambulantes desaparecieron, y las calles antaño bulliciosas quedaron casi desiertas. La cosecha ingenio se detuvo, y carros funerarios circulaban constantemente. Médicos, sacerdotes y otros profesionales cumplían sus deberes en medio de la desolación.

La solidaridad fue escasa, y las relaciones sociales se quebraron. La quehacer de los médicos y el clero fue destacada, pero el cólera dejó un vestigio de homicidio y desolación en La Habana del 1833, cobrando la vida de unas 12.000 personas, la tercera parte de los habaneros de entonces.

Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.

[ad_2]

Source link

Written By
cubatv

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *